Ya los conocidos
han de saber que no soy afecto al Presidente, que no lo justifico ni mucho
menos. Quiero dejar esto muy en claro, porque ahora quiero decir que en
ocasiones, cuando uno, estupefacto, presencia ciertas actitudes, termina
entendiendo, aunque sea lejanamente, al chavismo, y termina también entendiendo
la tristemente célebre frase «No volverán.» Anoche, en el Miss Venezuela, cuando
escuché la palabra «Socialité» fue uno de esos momentos.
Sí, es cierto, el
Miss Venezuela está hecho para eso. El concurso Miss Venezuela es un
entretenimiento y un espacio para la belleza y lo superficial. Y está bien, ya
el Miss Venezuela es tradición, y es perfecto como es. Sea un espectáculo de
buena o mala calidad, eso no importa ahora, la gente necesita distraerse, todos
los venezolanos lo vemos y lo disfrutamos, lo agradecemos, y con orgullo
nacional seguimos a nuestras hermosas reinas. Pero anoche, cuando escuché la
palabra sociliaté, no pude menos que
entristecerme.
La palabra sociliaté, querido amigos, es una
advertencia, un síntoma, un indicio de que en este país ciertas cosas siguen
iguales a pesar de casi tres lustros de calamidades que nos han sacudido como
sociedad, de tres lustros de historia que nos debería haber abierto los
ojos como seres humanos. Pero al parecer, algunos siguen ciegos.
Y no es que uno no esté también orgulloso
de nuestros venezolanos que «triunfan en el exterior», y que se «codean» con lo
más granado de la sociedad internacional por sus méritos, sus logros, su
inteligencia, su glamur. Ellos tuvieron la suerte, la oportunidad, los medios y
quizás el talento para merecerlo. Y ya sabemos, tal como lo veía Schopenhauer, nadie
elige ser como nació. Nadie elige ser millonario o pobre con dignidad. Pero que
un programa de televisión que la nación completa está viendo, llamen a alguien
socialité, y que esa persona se deje
llamar socialité y que además se crea
realmente socialité, sí es
preocupante. Es preocupante, porque pareciera que no hemos aprendido nada,
porque pareciera que no vamos a ningún lado, porque pareciera que seguimos
siendo los mismos de hace décadas, y que, por lo tanto, el país seguirá estando
tan mal como ha estado hasta ahora. Es preocupante porque con la palabra socialité nos encontramos ante una
visión estrecha del mundo, ante la burbuja ciega, ante la misma condición
existencial, social y política que terminó provocando que subiera al poder una
fuerza resentida e iracunda que yo no acompaño, que yo no avalo, que yo no
sigo, pero que no me extraña a la luz de tal palabreja. A ver si me explico mejor: hace poco conversaba con un
amigo librero, cuando llegó ante nosotros una señora muy elegante ella, muy
doñita de buena condición, que le contó al amigo librero que había comprado un
Quijote en francés, una excelente edición del Quijote en francés. ¿Por qué?
Pues ella misma, sin esperar a que se lo preguntaran, lo explicó. Porque ella
tenía una nietica en Francia, que era de padres venezolanos, claro está, su
hijo y su nuera, claro está, pero que vivían en París, claro está, y es así que
esa nietica había nacido en París, y hablaba español, claro está, pero como la
doñita ya había dicho, era nacida en París, Francia, y hablaba también francés,
claro está, y por eso le compró el Quijote en francés. ¿No hay algo raro en
todo eso? ¿Algo desproporcionado y torcido? Luego de pensarlo un poco, se me antojó
que había en la doña, muy educada, muy fina, algo de innecesaria «pantallería»
(la pantallería siempre es innecesaria, disculpen el pleonasmo), mucho de mente
campesina, y de sobra estulticia mundana, entiéndase esnobismo. 1) ¿Por qué
razón aquella señora debía andarnos restregando en cara París, Francia? 2) ¿Por qué razón aquella señora no compraba el Quijote en español?
3) ¿El francés es mejor idioma? 4) ¿Porque vivas en París, Francia, ya eso
significa que has triunfado en la vida? 5) ¿Por qué nos tuvo que contar todo
eso en voz alta, muy alta, como para que todo el mundo escuchara?
Permítanme señalar la palabra «restregar».
Mientras sigamos restregándonos lo tan socialité
que somos, se nos hará difícil superar el atolladero. Atacamos una y otra vez
la actitud de los que están al otro lado de la acera, nos indignamos, los
acusamos, incluso los llamamos de mil maneras poco decorosas. Pero nos
olvidamos que de nuestro lado también hay asuntos que están mal, y no nos
atrevemos a señalarlos abiertamente, porque, como de costumbre, salen los
talibanes de la lucha «democrática» que pululan en nuestras filas (que son, ellos
no se dan cuenta, hijos del discurso encendido y cargado de odio de quien
encadena el país por horas) a insultar, a despotricar contra quien se ha
atrevido a indicar algo que cree que está mal, y no con malicia (lo que se
señala), sino por preocupación seria y legítima.
Piense en la matanza de los
Yanomami, y luego piense en la palabra socialité.
Piense en la tragedia de Amuay, y luego piense en la palabra socialité. Piense en las personas
que mueren todos los días en este país, en las que secuestran, en las que pierden sus trabajos, piense en la cantidad de dinero que se
roban la infinidad de corruptos que nos atestan, y luego piense en la palabra socialité.
Ah, y yo no sé que tanto restregamiento
de la palabrita. Tengo entendido que socialité
se aplica a una persona que ha alcanzado renombre más por su habilidad para
relacionarse que por sus méritos o logros profesionales. ¿Sabiendo eso, es chévere
ser un socialité?
Fedosy, desde hace mucho tiempo dejé de seguir las incidencias de un evento como el Miss Venezuela, precisamente por eso, el motivo es tan elemental como que la razón de ser de una iniciativa como esta es elevar la superficialidad y la intrascendencia a niveles estratosféricos y me parece que no sólo Venezuela, el mundo entero, necesita prestar atención a circunstancias de mayor significado. Los ejemplos que mencionas no pueden ser más elocuentes. OjO, respeto a los fieles seguidores de todos y cada uno de los proyectos de belleza de Osmel Sousa, más no puedo dejar de reconocer que como mujer nos venden un universo de pompas de jabón.
ResponderEliminarPor otro lado, comparto muchos de los planteamientos de tu artículo, pero me asalta una duda ...Estamos claros que el chavismo se diferencia de la izquierda progresista, cierto? si no es así, me gustaría una aclaratoria al respecto, porque mira que he visto a más de un chavista, hombre o mujer, en la misma actitud que la señora del Quijote francés.
De la misma manera que lo haces en tu escrito, aclaro que no acompaño para nada al proyecto autócrata que nos desgobierna y como la idea no es caer en fanatismos tontos, me asalta la inquietud ... ¿Será que estamos entrampados?
Gracias por la oportunidad, saludos
Excelente artículo. Al escuchar el término, lo primero que me vino a la mente fue la guillotina de 1792 y su larga fila de Socialités... A propósito, ¿el 99,9% de la audiencia habrá entendido lo que quiso decir la animadora? Yo no.
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ResponderEliminarSol:
No, pues claro, estamos claro en eso. En este artículo no he hablado de lo que pretenden los seguidores del Presidente, sino de algunas posiciones de determinados sectores de la "oposición". Pero yo no sé si la actitud socialité se encuentre entre ellos. La actitud socialité pretende una especie de mantuanismo, y en el caso de los gobierneros es más bien un nuevo riquismo. Aunque claro, lo más encumbrados prentende la actitud mantuana socialité; de eso que no nos quepa duda. Recordemos que el no volverán es un discurso, no precisamente una verdadera actitud de vida. Un discurso además que ha calado en sectores más desprotegidos, donde realmente se siente con mayor fuerza la ceguera del socialité. Pero al fin y al cabo es un discurso de control, que quizás en sus orígenes pudo ser legítimo, pero ya a estas alturas, de legítimo entre los acomodados del sistema, pues no tiene nada. No sé si me explico. Saludos.
Gracias Fedosy por responder a mi comentario y más aún, establecer la diferencia entre el discurso imperante y lo que es una verdadera actitud de vida, fundamental, muy buen aporte. Saludos de nuevo
EliminarExcelente artículo, Fedosy. Totalmente de acuerdo con lo que dices. Lamentablemente, quien dice determinadas verdades se hace incómodo en esta sociedad que vive de apariencias y no de esencia y realidades. Saludos
ResponderEliminarYo, la del comentario "anónimo" de arriba, no deseo permanecer en el anonimato, no por hacerme notar sino para responsabilizarme de mis opiniones; lo que pasa es que no sé manejar muy bien eso de "Seleccionar perfil". Mi nombre es María Teresa Casalta de García. Saludos de nuevo. (intentaré seleccionar el perfil. Creo que esta vez lo logré)
ResponderEliminarFedosy, la idea de que te enfade que alguien te "restriegue" sus logros, sean reales o no, sólo denota una cosa y es la fácil envidia de muchos venezolanos. El problema no es que alguien hable de que su nieta está en Paris, independientemente del volúmen de su voz, el problema es que eso te moleste.
ResponderEliminarSi estuvieses tranquilo contigo mismo, con tus logros, y con tu lugar de residencia no encontrarías en un comentario como ese motivos para enfadarte. Quizás te resultaría curioso el episodio, o no le darías importancia alguna.
Defender la envidia es defender el resentimiento. Todo lo demás es palabrería hueca.