miércoles, 25 de febrero de 2015

¿Qué pensó Maduro al enterarse de la muerte de Kluiver?



¿Me conviene políticamente esta muerte?
¿Puedo usar esta muerte para ganar las elecciones parlamentarias?
¿Puedo usar esta muerte para atacar a la oposición?
¿Me conviene políticamente meter preso al asesino de este niño?
¿Podemos usar esta muerte para desviar el tema económico?
¿Puedo usar esta muerte para criminalizar aún más la protesta?
Llamaré a los cubanos, y les pediré consejo.
Oye, estos jefecitos cubanos sí que saben dar consejos, haré lo que me dicen.
Chico, pero también, pensando yo aquí, ¿ese muchacho por qué andaba por ahí solo?
Eso diré, de mi propia inspiración mía de mí: que los padres tienen que cuidar más a sus hijos.

Qué no pensó Maduro, o qué no quiere pensar:

Cuánto dolor, vale, qué desgracia. ¿De verdad vale la pena todo esto? ¿De verdad debo seguir este legado de odio? ¿Será que debo rectificar? ¿Será que de verdad me estoy convirtiendo en un dictador? ¿Será que ya soy un dictador? ¿Será que debo renunciar?...


No, es mucho pedir, demasiado pedir...

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